miércoles, 29 de febrero de 2012

COMUNICÁU CON MOTIVO DEL 8 DE MARZU



El 8 de Marzo, orgullosas de los que somos: MUJERES TRABAJADORAS, salimos a las calles de todo el mundo para conmemorar a aquellas mujeres que hace 95 años exigían pan y dignidad. Aquí en Cantabria la Asamblea Feminista Langresta, la Asamblea de Mujeres de Cantabria, la Asociación Consuelo Berges, Las Gildas y otras mujeres feministas, hemos unido nuestras voces para reivindicar el largo camino que aún nos queda por recorrer para alcanzar la plena igualdad y liberación de la mujer.

Por todas es sabido que este Sistema ha provocado una crisis a todos los niveles, con un aumento de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social, o la privatización de servicios sociales básicos. Esta crisis la vamos a sufrir las mujeres trabajadoras cántabras de forma agravada, debido principalmente a dos razones:

1- La crisis que han provocado los ricos, está recayendo en los sectores más desfavorecidos de la sociedad, y ahí las mujeres ocupamos un lugar destacado tras siglos de opresión y discriminación, que nos sitúan con una tasa de paro superior, que sin embargo contrasta con nuestros salarios inferiores.

2- Además, dicha crisis va a ser utilizada por la derecha como excusa para desmantelar las ya insuficientes políticas sociales que se llevaban a cabo, incluyendo las de igualdad. Esto no es una predicción catastrofista, sino una triste realidad, pues en nuestra tierra estamos viendo cómo se está privatizando la Educación pública, necesaria para construir unas bases de igualdad, se ha cancelado el convenio para la práctica del aborto, ha habido cierres en los centros de protección a las víctimas de la violencia de género o se ha suspendido el Consejo de la Mujer de Cantabria.

No vamos a consentir retrocesos en nuestras conquistas. Exigimos una educación para la igualdad; que se respete nuestra soberanía en cuestión de maternidad; exigimos a los organismos públicos la debida atención a las víctimas de la violencia machista; exigimos medidas efectivas para alcanzar la igualdad laboral y salarial; exigimos poner fin a la actual situación que nos obliga a las cántabras a irnos fuera para poder ejercer nuestro derecho al aborto en la sanidad pública.

El feminismo y la igualdad no son palabras vacías con las que rellenar discursos políticos, salir en la foto o arañar puñados de votos; son principios irrenunciables en la construcción de una sociedad libre y justa.

Compañeras, es momento de estar especialmente unidas y comprometidas, el fruto de siglos de lucha y nuestro propio futuro están en juego.

¡Viva el 8 de Marzo!

¡Viva la lucha de las mujeres!

domingo, 26 de febrero de 2012

Jornadas "Todas las mujeres, todos los derechos, todos los días"

Este 8 de marzo, Asamblea Feminista Langresta, Asamblea de Mujeres de Cantabria, Las Gildas y feministas varias nos hemos juntado para que sea sonado... Únete a las charlas, a la fiesta, a los pinchucos del domingo con Los Gildos, pero, sobre todo, vente a la manifestación el 8 de marzo!!!

miércoles, 22 de febrero de 2012

La brecha salarial entre hombres y mujeres se mantiene

Las mujeres cobran el 22% menos que los hombres y sólo un 11% de mujeres son consejeras en las empresas del Ibex.

Las mujeres cobran un 22% menos que los hombres. No es un dato nuevo, se trata de una cifra desvelada por la última Encuesta Anual de Estructura Salarial publicada en 2009 por el INE. Pero en el Día de la Igualdad Salarial, que se celebra cada 22 de febrero, se pone de relieve la desigualdad existente entre hombres y mujeres.

Cada 22 de febrero se celebra el Día de la Igualdad Salarial

Los datos son contundentes: las mujeres cobran 19.502 euros de media frente a los 25.001 de los hombres. Otra cifra reveladora: tan sólo el 11,5% de los consejeros de las empresas del Ibex-35 eran mujeres en el último trimestre del año 2011, muy lejos del 23% mínimo que persigue la Ley de Igualdad.

Según esta encuesta, 15,2% de las mujeres tuvo en 2009 unos ingresos menores o iguales al Salario Mínimo Interprofesional. En el caso de los hombres el porcentaje se redujo al 5,6%. Respecto a la ganancia anual por hora normal de trabajo, la desigualdad también se hace patente: las mujeres cobran de media 12,72 euros y los hombres 15,12.

El Gobierno ve la brecha como una "lacra" para la economía


La situación viene de largo. El año pasado, con motivo de este día, el sindicato UGT denunció que una mujer de la Unión Europea necesita trabajar 54 días más cada año para ganar lo mismo que un hombre. Según el INE, la situación de las mujeres españolas ese número se eleva a 80 días. Esta diferencia se debe a que los datos de Eurostat sólo tienen en cuenta la comparación de sueldo bruto por hora en empresa de más de diez trabajadores.

Pese a que las cifras han ido mejorando, en 2008 el sueldo de una española representaba el 78,1% del de un varón. En 2009 se redujo apenas un 0,1%, según el INE.

Esta desigualdad supone un "lastre" para el desarrollo y la competitividad de nuestro país. Lo reconoce el secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Juan Manuel Moreno, que ayer martes apostó por luchar "los 365 días del año" contra esta realidad que "debería sonrojar" a parte de la sociedad. "¿Qué sentido tiene que una de las partes de nuestro sector poblacional más productiva, más preparada y capacitada tenga menos capacidad salarial y menos capacidad de promoción? Eso constituye un lastre para nuestro desarrollo económico y nuestra propia competitividad", agregó.

jueves, 16 de febrero de 2012

Charla "La Mujer Rural en Cantabria" Sábado 18 de Febrero, 18:00 h., Reinosa



El próximo sábado 18 de Febrero, invitadas por la asociación ACCAR de Reinosa, la Asamblea Feminista Langresta realizará una charla sobre la Mujer rural en Cantabria.
Tendrá lugar a partir de las 18:00 horas en el Mercado de Abastos de esta localidad.

Se realizará un repaso de los diferentes puntos históricos sobre la mujer rural en Cantabria, y analizaremos aspectos socioeconómicos que influyen actualmente en la vida de las mujeres rurales.
Además se acompañará la exposición con una proyección de imágenes de mujeres rurales de Cantabria.

Os invitamos a todxs a acudir.

Un saludo feminista.

ASAMBLEA FEMINISTA LANGRESTA

lunes, 13 de febrero de 2012

A vueltas con el machismo leninista y las organizaciones mixtas

El artículo ¿La emergencia de un nuevo machismo-leninismo?, de Patricia García es muy útil para reflexionar sobre nuestras experiencias militantes. Dado que el artículo separa entre l@s militantes y organizaciones comprometidas con la igualdad y l@s que no, me gustaría aportar algunas ideas adicionales sobre este fenómeno tan bien caracterizado como machista-leninista.

1.¿El “nuevo” machismo leninismo?

Con gran capacidad de síntesis, Patricia García describe de esta forma a l@s machistas-leninistas:

- aceptan el feminismo en abstracto
- toleran a sus compañeras feministas como mal menor.
- no se comprometen en las actividades relacionadas con la cuestión del género.
- no les interesa formarse en teoría feminista
- sus opiniones sobre el feminismo se basan en fuentes de información variopintas, incluidos artículos misóginos de prensa reaccionaria.

También:

- aceptan discursivamente la emancipación de la mujer, su salida del espacio privado, aunque sin asumir sus consecuencias.
- consideran que las luchas (de género) de las mujeres dividen a la clase obrera

Y concluye:

- el machismo-leninismo es una actitud reaccionaria e idealista.
- ignora el sistema de dominación de género que ha articulado –y sigue articulando- el capitalismo.
- Ignora y obstaculiza la emancipación de las mujeres trabajadoras.
En vista de este panorama me pregunto si es factible que las feministas insistamos en participar en organizaciones mixtas… machistas leninistas.

2. El machismo leninismo no es nuevo.

Convengamos en que, como dice el artículo, Marx y Engels, fueron pioneros en la denuncia de la subordinación de las mujeres articulada por el capitalismo. Seguramente podemos convenir también que lo que conocemos como feminismo socialista sentó las bases de lo que luego sería el movimiento feminista de los años 60 y 70.

En mi opinión, el machismo leninismo no es un fenómeno nuevo. Sus bases históricas vienen desde muy lejos y para comprobarlo solamente necesitamos hacer un repaso superficial por las luchas de las mujeres conscientes de su opresión sexual. Podemos empezar en la antigüedad, con Aristóteles y la vida de las mujeres de la Grecia antigua. Podemos seguir con la quema de brujas de la edad media y el discurso de Rousseau en la Ilustración, pero si no tenemos mucho tiempo, podemos pasar directamente a Lenin, que se permitía decirle a las obreras rusas qué tenían que debatir y qué no, subordinando sus preocupaciones sobre las relaciones sexuales y familiares a los grandes temas del imperialismo o la contradicción burguesía-proletariado.Y por último, y casi obligatorio, es repasar los debates de la Nueva Izquierda norteamericana de los años 70, que llevó a las militantes a abandonar las organizaciones hartas del papel de secretaria y descanso del guerrero en que las habían instalado sus compañeros. En resumen, el machismo leninismo no es otra cosa que el resultado de una ideología patriarcal capitalista que determinados sectores de la clase trabajadora y sus organizaciones se han negado a combatir por sexismo y por ignorancia, pero que hoy en pleno siglo XXI, no tiene razón de ser.

3. El papel del feminismo socialista en la liberación de las mujeres.

El artículo reivindica el feminismo socialista y pareciera que se desmarca del feminismo radical con el argumento de que plantean su lucha como una lucha contra lo masculino (independientemente de su clase, etnia, nación, etc.). En mi opinión, ya no existe ninguna corriente del feminismo que se plantee la lucha en términos de una estrategia contra los hombres y sostener este argumento solamente contribuye a la confusión.

El feminismo socialista, que no se llamaba así en los años 20, enunció los malestares que años después sentó las bases del movimiento feminista tal cual lo conocemos en la actualidad. Sus protagonistas (Kollontai, Zetkin, Luxemburgo) creían que la opresión de las mujeres era causada solamente por el capitalismo; sin embargo llegaron a intuir que la liberación de las mujeres no se conseguiría solamente con la toma del poder y la socialización de los medios de producción.

Tuvimos que esperar a los años 60 y 70 en Estados Unidos y Europa para el feminismo radical avanzara en el análisis y distinguiera al sistema capitalista del patriarcado, dejando en evidencia que además de una clase explotadora (la burguesía) existe un género hegemónico (el masculino) y que es esta relación de poder desigual lo que le da carta blanca al capitalismo para que las mujeres trabajadoras seamos el sector más desfavorecido de la sociedad.

4. El papel del patriarcado capitalista en la opresión de las mujeres

El tema del poder es fundamental para entender la situación de las mujeres en la sociedad actual. Si no lo tenemos claro, nos encontramos, como dice Patricia García, en que al surgimiento de la sociedad industrial, el capitalismo se encontró con el patriarcado, entró en fricción con el y lo absorbió, con el resultado de que, en la actualidad lo único que existe es la lógica del capital. Por tanto, es la lógica del capital que sobreexplota, divide, reproduce y fomenta el control ideológico.

Es decir que, después de tanta formación feminista, regresamos al inicio del siglo XX: no hay patriarcado, solamente capitalismo. Por tanto, luchemos por la abolición del capitalismo que una vez conseguida, llevará a la abolición del patriarcado.

Desde este análisis, no podremos entender la necesidad de cambiar las estructuras androcéntricas en partidos, sindicatos y colectivos. Tampoco entenderemos las mujeres maltratadas, los feminicidios, el rechazo a repartir los trabajos domésticos y de cuidados, la imposibilidad del la conciliación laboral y familiar y tantas otras cosas más. Y como no lo entendemos, seguiremos echándole exclusivamente la culpa a los gobiernos y al Estado e impulsando las mismas medidas de lucha que en el siglo XIX: huelga general, partido revolucionario, manifestaciones, panfletos… en los que las mujeres seguiremos ignorando los mecanismos de género que nos impiden romper las cadenas para crecer como personas independientes y militantes capaces de transformar nuestra realidad y al mismo tiempo, la de toda la sociedad.

Porque debemos tener claro que para el Estado y los gobiernos capitalistas puedan aprovecharse de las estructuras patriarcales tiene que haber personas que mayoritariamente no se responsabilizan de su papel en la división sexual del trabajo y que harán todo lo posible para que siga invisibilizado y minusvalorado. No habrá cambios estructurales si nosotr@s no tenemos voluntad política para luchar por eso y empezamos a hacerlo desde hoy mismo.

En mi opinión, el interés del capitalismo siempre ha sido el apropiarse de la plusvalía y le da igual quien se la proporcione, sea hombre o mujer, blanco o negro, europeo o africano. Son las relaciones de poder de género, clase, etnia o nación las que determinarán quien va a proporcionar más ganancia al capital en un lugar o momento histórico determinado.

5. ¿Las mujeres somos las responsables de la concienciación de los varones?
El argumento de que los varones también están oprimidos por el patriarcado y que se beneficiarían de su eliminación es muy antiguo y se repite en todas las organizaciones machistas leninistas.

A finales del siglo XIX, Flora Tristán arengaba a los proletarios con este discurso:

"La ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros, hombres proletarios. (...) En nombre de vuestro propio interés, hombres; en nombre de vuestra mejora, la vuestra, hombres; en fin, en nombre del bienestar universal de todos y de todas os comprometo a reclamar los derechos para la mujer”.

Y hoy, bien entrado del siglo XXI, Patricia García trata convencer a sus compañeros machistas leninistas en las bondades de la destrucción del patriarcado con el argumento de que ellos serán beneficiarios del fin de la sociedad patriarcal. ¿O acaso el corsé del género no les oprime? ¿Acaso los hombres no tienen derecho a desarrollarse en esferas como la paternidad, la emotividad o los cuidados?

Visto lo visto, sospecho que a la mayoría de los varones machistas leninistas el patriarcado les oprime poco o al menos no lo suficiente como para sacudirse las cadenas y mucho menos unirse con sus compañeras en este menester.

Si llevar la iniciativa significa invitarlos a nuestros actos, hacer cursos de formación, procurar que se involucren en su paternidad, tratar que modifiquen una sexualidad falocéntrica, etc. esto hace mucho que lo venimos haciendo. En cambio, si esto significa como suele significar, que tenemos que tratarlos como si fuéramos sus madres, subordinando nuestras necesidades a las de ellos y aceptando el ninguneo a que nos someten un día si y otro también, entonces creo que nos equivocamos mucho. Lo único que va a obligar a los varones a replantearse su realidad será nuestro cambio en la relación, que depende de nuestra concienciación y organización y por tanto es ahí donde tendremos que dirigir todos nuestros esfuerzos.

Todo sistema de opresión está sostenido por los oprimidos, y el patriarcado capitalista no es ninguna excepción. El capitalismo se vendrá abajo cuando la clase trabajadora (o el 99% como dice el 15 M) deje de sostenerlo y se organice para destruirlo. La destrucción del patriarcado depende de la organización y concienciación de las mujeres y sobre todo, de las mujeres de la clase trabajadora.

5. ¿Qué podemos hacer para luchar por la liberación de las mujeres?

Si no tenemos clara la relación de poder que ejerce el género masculino sobre el femenino, haremos propuestas que son igual de válidas para los partidos de derechas que de izquierdas. Así, la propuesta del artículo es la acción positiva, cuotas, apertura de espacios sectoriales de lucha contra el patriarcado o la promoción de la participación de las mujeres. Es decir, ¡la misma que hacen las mujeres burguesas, blancas y españolistas del PSOE! Y nos irá igual de mal que a ellas, porque su puesta en marcha dependerá del peso político que puedan tener dentro de las estructuras androcéntricas y verticales del partido, algo que no parece ser la realidad en el PSOE ni en las organizaciones machistas leninistas.

Como ejemplo tenemos la lucha por el poder entre Rubalcaba y Carme Chacón. La nueva ejecutiva es prácticamente paritaria; sin embargo, habrá que ver si estas mujeres están dispuestas a pelear, no ya por medidas anticapitalistas sino por medidas feministas como podría ser la reorganización del trabajo en el Estado, las empresas y los hogares, poner los cuidados en el centro de la organización económica, tener una ley de la dependencia que esté al servicio de las mujeres y no de las empresas, etc. Si al menos pelean por la ley de plazos, podemos darnos con un canto en los dientes.

Las mujeres feministas anticapitalistas tenemos unas cuantas herramientas que podemos utilizar para cambiar las cosas. Las mujeres podemos:

- Denunciar y acabar con el prototipo del militante revolucionario que está disponible 24 h al día, 7 días a la semana, que expulsa a las mujeres trabajadoras y a l@s jóvenes estudiantes de los ámbitos de decisión más importantes.
- Trabajar para desmontar las estructuras androcéntricas en partidos, sindicatos y colectivos. Es necesario un funcionamiento que contenga la especificidad de los intereses de las mujeres. Por tanto, debemos exigir que l@s dirigentes sean consecuentes con la doble jornada, entre otras cosas, porque es la única forma de que tomen conciencia de lo que esto significa.
- Fomentar la autonomía de las mujeres feministas, con áreas, comisiones o colectivos de mujeres feministas anticapitalistas al interior de las organizaciones. Dada la fuerte presencia del machismo leninismo, las mujeres necesitamos espacios propios de formación y concienciación para poder llevar adelante políticas feministas de clase.
- Impulsar en la teoría y en la práctica la repartición igualitaria del trabajo doméstico y de cuidados. Las personas que asuman (y sufran) esta reivindicación como propia, serán las mismas que exijan aumentos de salario, bajas por maternidad y paternidad, servicios públicos o reducción de jornada laboral porque por fin tendrán conciencia del valor del trabajo reproductivo.
- Hacer alianzas con los varones profeministas, que estén dispuestos a trabajar las nuevas masculinidades.
- Impulsar grupos de autoconciencia en los que las mujeres podamos detectar nuestras propias opresiones.
- Ver muy bien lo que significa para nosotras la doble militancia. En general, suele significar lo mismo que la doble jornada: enorme exigencia en detrimento de nuestros propios intereses. La doble militancia, tan debatida durante la transición española, para lo único que ha servido es para que se debilitara el movimiento feminista y las mejores cuadros fueran absorbidos por organizaciones y partidos que no han levantado nuestras demandas.

Y si nada de esto es posible en la organización mixta en la que estamos, será porque es tan machista leninista que no nos dejará otra opción que buscar espacios de militancia más afines y verdaderamente comprometidos con la liberación de las mujeres, para por fin poder articular la opresión de género con todos las explotaciones que sufre la humanidad en este sistema, no solamente patriarcal sino también capitalista, racista y europeo. Porque, en suma, la revolución deberá ser también feminista o no será.

martes, 7 de febrero de 2012

Transfeminismo, violencia, género


ALBA PONS RABASA y MIRIAM SOLÀ GARCÍA / Asociación Interferències, Recerca i Transformación de Gènere

En las jornadas feministas de diciembre de 2009, en Granada, se evidenció la riqueza de debates y retos en los feminismos independientes del Estado español. Identidades y cuerpos políticos, articulación de las luchas, acción ante la crisis de los cuidados… Para potenciar esa diversidad, aportamos una reflexión sobre las violencias de género y los límites de su abordaje.



Desde su aparición en la escena feminista a finales de los ‘60, el concepto de género como categoría analítica y herramienta política ha servido para entender la opresión y la desigualdad de las mujeres y articular una serie de estrategias políticas de resistencia y transformación. En las últimas décadas, en su diálogo con la teoría y los movimientos queer, con el deconstruccionismo y el postcolonialismo, el feminismo ha ido gestando un concepto de género mucho más amplio que rompe su vínculo con la diferencia sexual y que trasciende las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres. Desde diversos sectores del movimiento, el género comienza a ser entendido como un mecanismo de poder, como una tecnología o una performance. Esto es, como un aparato o constructo social que no tiene su base en las diferencias sexuales entre hombres y mujeres. Una representación que forma parte de la ideología y que juega un papel fundamental en la constitución de las identidades de los individuos y en la forma en la que nos organizamos socialmente.

Esta manera de entender el género está propiciando el emerger de nuevos sujetos políticos feministas como son las lesbianas, las personas transexuales, transgénero, intersex, homosexuales, etc. Se entiende ahora el mismo como un dispositivo que produce cuerpos diferenciales y jerárquicos a partir de la perpetuación violenta de las categorías hombre y mujer con el fin de mantener el orden social establecido. Todos estos cambios, en nuestro contexto, han llevado a que recientemente, desde diversas instancias –sociales, académicas– asistamos a la proliferación del término ‘transfeminismo’ para nombrar un espacio transfronterizo donde se articulan diferentes análisis y luchas en torno al género y la sexualidad pero también a otros determinantes sociales como la clase, la raza, la lengua, la procedencia, las capacidades, etc. ¿Cuáles son los retos políticos que abre esta nueva noción para las diferentes luchas en torno al género y la sexualidad? ¿Qué consecuencias tiene la nueva formulación del concepto a la hora de entender y abordar la violencia de género? ¿A qué hacemos referencia cuando hablamos de violencia de género desde una perspectiva transfeminista?

Hasta el momento, las políticas públicas implementadas para erradicar la violencia sexista contemplan un concepto de la misma anclado en una visión esencialista del género. Una visión que obvia de antemano la violencia material y simbólica de la propia representación de la diferencia sexual, la amalgama de significados culturales que conlleva y sus consecuencias en la organización desigual de las sociedades. Esta concepción también ignora que dicha violencia puede darse en parejas no heterosexuales, fuera de las relaciones afectivas, en contextos de cotidianidad que van más allá del ámbito privado y en el seno de comunidades de afines o de trabajo. Es importante visibilizar que esta visión esencialista ha permitido situar en lo público la violencia machista contra las mujeres por parte de sus parejas. Una lacra social que hasta hace cuatro días era considerada un asunto privado, no susceptible de ser abordado desde la política. Pero está claro que es necesaria una reformulación del concepto.

Es imprescindible ampliar nuestra comprensión de la violencia de género para no reproducir exclusiones y perpetuar estas discriminaciones. Se trata de no seguir reforzando los significados culturales de la ideología de género dominante, significados que nos etiquetan, nos coartan y estigmatizan, nos restringen, nos censuran e incluso nos matan. Defendemos la vigencia de estrategias para combatir la violencia contra las mujeres basadas en perspectivas identitarias. Pero también señalamos aquello que se deja de atender o que se queda fuera con un concepto de género basado en la diferencia sexual y que, por tanto, determina una visión de la violencia patriarcal más restringida.

Desde una perspectiva transfeminista, el género en sí mismo es un mecanismo de control social. Mediante estrategias tales como la patologización de lo diferente, la regulación del acceso al propio cuerpo o la producción de la heterosexualidad obligatoria como institución, perpetúa su propia efectividad en tanto que dispositivo de ordenación social. Así, refuerza el binomio hombre-mujer y la familia nuclear asociada al mismo, castigando y dejando en los márgenes aquellas formas de pensar, sentir y actuar que no se corresponden con esta normalidad genérica y sexual. Por tanto, no podemos dejar fuera de nuestra visión de violencias de género, la marginación, patologización y todas las penalizaciones que son aplicadas diariamente sobre los cuerpos que no ocupan la posición de ‘hombre heterosexual blanco burgués’.

Entendiendo que la identidad es relacional y que el género como dispositivo (re)produce violencias diversas para sobrevivir como modelo rector de la vida social, nuestro reto es cómo poner en práctica micropolíticas encaradas a la transformación social y cultural del modelo sexo-género hegemónico, que, paralelamente, atiendan las graves consecuencias de este mismo modelo androcéntrico en la vida cotidiana. Articular un no-binarismo crítico que aborde los impactos negativos de un sistema rígido, obsoleto y dicotómico, de una cultura de género cerrada y ciega. Pero que también tenga en cuenta otros ejes de opresión como son la clase, la raza, las diversidades funcionales y corporales, la edad, la etnia, etc.

Apostar por una visión transfeminista de las violencias de género significa dar cuenta de una pluralidad de opresiones específicas que se constituyen y refuerzan mutuamente y están interconectadas, así como articular las estrategias políticas necesarias para combatirlas. Significa tener la voluntad de abordar los mecanismos de opresión social vigentes en nuestra sociedad occidental capitalista y articular nuevas y múltiples formas de lucha desde los diferentes frentes organizándonos desde la diversidad y la afinidad.

Apostar por una visión transfeminista de las violencias de género no deja de poner en el centro a las mujeres como blanco de dicha violencia, aunque contemple la diferenciación sexual como violenta en sí misma y desee deconstruirla. Profundiza y complejiza nuestra mirada hacia la violencia sexista existente, para promover luchas en las que todas tenemos cabida y no nos representamos más que a nosotras mismas. Luchas en las que combatir el sistema sexo-género-sexualidad dominante a la vez que generar nuevas formas de relación.

Extraído de Diagonal Periódico http://www.diagonalperiodico.net/Transfeminismo-violencia-genero.html

lunes, 6 de febrero de 2012

Feminismo Zapatista: otra trinchera a favor de las mujeres


El feminismo que ejercen las mujeres indígenas zapatistas debe ser respetado como una forma de pensamiento y organización colectiva, para conquistar derechos que han sido negados históricamente a esa población, advirtió la antropóloga Sylvia Marcos.



La autora del libro “Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas” –que se presentó este viernes en Cuernavaca– sostuvo que la postura de las integrantes y simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) es una “una nueva teoría feminista”, para analizar cómo las mujeres indígenas han luchado por alcanzar sus demandas.


En entrevista con Cimacnoticias, Sylvia Marcos –doctora especialista en género y religión– explicó que las mujeres del campo y la ciudad están sometidas a un régimen patriarcal que las afecta de manera distinta, de acuerdo con el contexto en el que se desenvuelven.



Por ello, acotó, “se debe comprender que el feminismo ejercido por las mujeres zapatistas es distinto” al de las teorías contemporáneas.



La fundadora del Seminario Permanente de Género y Antropología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, consideró que la aportación de su libro es tender puentes para entender “en absoluto respeto lo que dicen las mujeres indígenas”.




“Conocer qué demandan, qué reclaman y cómo lo hacen, para así comprender la manera en que ellas ejercen su teoría feminista”, remarcó la también autora del tercer volumen de la “Enciclopedia Iberoamericana de Religiones, Religión y Género”.

SABIDURÍA COLECTIVA

“Siendo mujeres indígenas se tiene un anclaje diferente con relación a las propuestas feministas urbanas, que en primer lugar proviene de su situación contemporánea como pueblos subalternos en la sociedad dominante”, abundó la investigadora.

“Los derechos de los pueblos están lesionados; para tener sus derechos como mujeres, las indígenas deben realizar una lucha que abarque la colectividad para rescatar también sus derechos como pueblo indígena”, dijo Sylvia Marcos, quien ha sido profesora e impartido conferencias en universidades de Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina.

La también activista por más de 30 años en el movimiento feminista en México aclaró que para los pueblos indígenas la diferencia entre los géneros “no existe en su concepción del mundo”.

Las diferencias entre hombres y mujeres provienen de la época de la conquista, y por lo tanto son ajenas al mundo indígena.

Por ello, precisó, las mujeres indígenas no consideran que la lucha por la conquista de sus derechos deba ser distinta o contraria a la lucha de los hombres.

“Ellas hablan de una dualidad entre lo masculino y lo femenino. Una indígena nahua de Cuetzalan, Puebla, decía: ‘Uno más uno no son dos, uno más uno es uno’, apuntó.

RESPETO A SU PENSAMIENTO

Marcos insistió en que es prioritario dar a conocer estas formas de pensamiento y organización a fin de que se les quite el estigma de “atraso” que se les atribuye, y sobre todo para que se les respete.

“Los pueblos subalternos están creando una teoría propia para que se considere su manera de mirar el mundo, y lograr que se respeten sus derechos. Muestra de ello es el movimiento zapatista surgido en 1994”, subrayó la experta en religiones mesoamericanas.

El zapatismo es una propuesta de “autonomía y gobernanza completa” que se rige por el mandar obedeciendo; “dentro de esta propuesta se ha podido dar otro feminismo, que ha logrado impulsar e inspirar la lucha de otras mujeres indígenas”, consideró la antropóloga.

Observó que antes del movimiento zapatista ya había grupos indígenas con participación femenina, pero fue el EZLN el que “vino a visualizar la participación política y social de las mujeres dentro de las organizaciones indígenas”.

La doctora destacó que esas mujeres viven bajo el sistema autónomo del zapatismo, que les permite “otras formas de lucha por sus derechos”.

FEMINISMO Y ZAPATISMO

Sylvia Marcos acotó que no se puede afirmar que el feminismo de las mujeres zapatistas “sea superior” al de las feministas contemporáneas, sino que más bien es diferente: “Ellas (las indígenas) han dicho que hacen el feminismo que pueden hacer”.

La académica se dijo conciente de que en el campo persisten condiciones de subordinación de las mujeres, a pesar de que han luchado por sus derechos.

No obstante consideró que la fuerza de las zapatistas es “prácticamente indestructible”: “Cuando estas mujeres se organizan política y socialmente emergen otro tipo de relaciones sumamente fuertes; ni nosotras en las ciudades si lográramos organizarnos podríamos ser tan fuertes”.

El libro “Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas” es resultado de los múltiples contactos que la investigadora ha tenido con mujeres indígenas, principalmente integrantes y simpatizantes del EZLN, lo que le ha permitido conocer cómo defienden sus derechos y el devenir de ese movimiento a través de los años.

viernes, 3 de febrero de 2012

Hipó-Tesis sobre el patriarcado, el feminismo y las relaciones genéricas

El feminismo pelea por los derechos de todas las mujeres. Pero la lucha feminista por los DDHH sólo ha podido “liberar” a las mujeres en tanto que burguesas.





I- El patriarcado es un sistema de gobierno -más o menos despótico- de los varones sobre las mujeres, lxs niñxs y otros adultos minorizados (Patriarca: jefe da familia; cabezas de las tribus). El patriarcalismo es un régimen cultural -más o menos reglamentado- que sostiene y se fundamenta en el estatus inferior de las mujeres respecto de los varones. En este orden de cosas, la noción de patrimonio refiere al primer germen de la propiedad, basado en la familia, y donde la mujer y sus hijxs son en forma práctica o latente, esclavxs del marido. Por tanto, familia, en su sentido primitivo, no tenía relación con el vínculo conyugal de la pareja unida en matrimonio [cónyuges], o el lazo con sus hijxs, es decir, la progenie real de la pareja conyugal [herederos]. “Famulus quiere decir esclavo doméstico, y la familia es el conjunto de los esclavos pertenecientes al mismo hombre”. En tal sentido, la noción primitiva de familia refiere a “la organización de cierto número de individuos libres y no libres, en [un grupo] sometido al poder paterno del jefe de ésta”.

II- La familia es una forma [patriarcal] de organización de la procreación, y/o la célula de poder moral de los poderes sociales de clase mediante los que se van configurando las relaciones sexuales de producción (el matrimonio es la comunidad conyugal entre los [dos] sexos para la procreación). Y siendo que puede considerarse al machismo como el ejercicio -material y simbólico- de la violencia patriarcal, es preciso considerar que se trata de una estructuración falocéntrica de la identidad (masculina). Es decir, su organización en torno al falo como órgano y símbolo de poder. Se trata, pues, del patriarcalismo bruto y rudimentario (lo que, de todas formas, no es un dato menor, puesto que se practica -como violencia moral y física- de manera informal y cotidianamente).

III- La alianza familiar actúa como una institución para la transmisión patrimonial y la regulación de las poblaciones (oikos-nomía). La familia privada es su forma molecular, basada en el matrimonio individual y en la monogamia. Por otro lado, el sistema familiar (moderno), presiona a los individuos a recluirse en ese micromundo de la “felicidad doméstica”, es decir, en el idiotismo de la vida privada, la mezquindad conveniente del cálculo patrimonial y el “aburrimiento mortal” de las cargas matrimoniales [“En cuanto los medios de producción pasen a ser propiedad común, la familia individual dejará de ser la unidad [oiko]nómica de la sociedad. La economía doméstica se convertirá en un asunto social; el cuidado y la educación de lxs hijxs también. La sociedad cuidará con el mismo esmero de todxs lxs hijxs, sean legítmxs o naturales”].

IV-
La burguesía no puede prescindir de la familia por su condición de alianza patrimonial (“unidad que posee y hereda”), su importancia como poder cívico-moral (producción de la vida privada y organización nuclear para la moralización del proletariado) y como poder directo de sujeción de clase a través del servicio doméstico (intersexionalidad: el trabajo doméstico es mantenido también políticamente pero para una función económica, abaratar el coste de la fuerza de trabajo). El patriarcalismo y la heteronormatividad no parecen serle imprescindibles, pero la familia es un poder moral demasiado potente como para prescindir de el; es el soporte principal de su vida privada.

V- La familia es la base oikonómica de toda la violencia de género (lo que se hace patente cuando las condiciones materiales de existencia en las que se vive empujan hacia su disolución, mientras que los dispositivos políticos presionan por su conservación). Las violaciones no son sino el “singular placer” de la crueldad machista. Técnicamente (y ateniéndonos sólo a la condición humana) un aborto no es más que la interrupción del proceso de formación de un zoon humano que viene desarrollándose en el seno de una mujer, y que es totalmente dependiente de ella. De nacer, este ser deviene en una persona física distinta y por completo independiente del cuerpo de su progenitora. La prohibición del aborto es, acaso, la expropiación [patriarcal] del “poder soberano” de las mujeres respecto de todo lo que se gesta en su propio cuerpo (“poder de vida y muerte”).

VI- En su articulación con el modo de producción capitalista el patriarcalismo tiene -en general- como efectos económicos, una desigualdad de salarios entre varones y mujeres que realizan un mismo trabajo, la doble jornada laboral que recae generalmente sobre las mujeres (y donde el trabajo doméstico se realiza -casi siempre- en forma gratuita) y una mayor explotación sexual de las mismas a través de la prostitución (y de la trata). En tal sentido, debe advertirse que la prostitución, en el capitalismo, aparece como una prestación de servicios. ¿Pero de qué tipo?. La prostitución es el servicio de servidumbre sexual, y a través de la prostitución los actos sexuales devienen en una actividad vejatoria del sujeto prostituido. El servicio que presta el sujeto prostituido -particularmente las mujeres- es el de una servidumbre “voluntaria” (latente y/o efectiva) para el disfrute de su prostituyente. Así, por medio de la prostitución, se otorga el “consentimiento” para que el prostituyente pueda vejar al prostituido por medio de la sexualidad. Y en éste orden de cosas, prostituyente es toda persona que adquiere -contractualmente- una cierta “potestad” de ejercer ciertos niveles de “brutalidad sexual” sobre una persona prostituida. La tan mentada laboriosidad de la prostitución no es más que el arte del envilecimiento a través de la actividad sexual.

VII- “La prostitución es sólo una expresión de la prostitución general del trabajador, (...)”. Por tanto, reconocer a lxs prostitutxs como trabajadorxs sexuales -en función de que puedan realizar su trabajo en condiciones de seguridad e higiene- es una necesidad impuesta que hay que aceptar relativamente (pues, efectivamente se trata de trabajadorxs productivxs en la medida que realizan su trabajo para producir plusvalor). Pero, por otra parte, la verdadera resistencia (sexual) comienza cuando lxs prostituidxs se organizan para abandonar ese trabajo particularmente vejatorio y denigrante (poco importa al movimiento socialista el que algunos grupos -apoyados intelectualmente por pequeñxs burguesxs neoliberales, o adeptxs acríticxs del contractualismo- pretenden lograr la autonomía empresarial -ser sus propixs proxenetas- en el comercio de su sexualidad. Por fin, desde una perspectiva política ajena al maniqueísmo moralista en el que se debaten abolicionistas y reglamentaristas, la lucha libertaria contra la prostitución debe articularse permanentemente con la lucha revolucionaria por la “¡abolición del sistema de trabajo asalariado!”.

VIII- La mercantilización de la sexualidad [femenina] ha sido la clásica forma de erotización de las mercancías, y es en esta intersección en donde su fetichismo se asocia a los fetichismos sexuales (condición básica para el momento farmacopornográfico de explotación de la potentia gaudendi). Con esta alianza, una vez más, se potencia la “desvalorización del mundo humano” mediante la “valorización del mundo de las cosas”. Así, en tanto la manifestación más degradante de esta “enajenación genérica”, la prostitución [moderna] funciona como una institución social en “la que se advierte una considerable actividad para disminuir o debilitar” la intensidad de las “relaciones afectivas” (por lo demás se trata de una relación que niega las personalidades, sus gustos, etc.). En suma, la prostitución [capitalista] es siempre “baja” y empuja tanto a prostituyentes como a prostituidxs hacia “la abyección de la chusma”.

IX- El feminismo es la manera en que las mujeres burguesas se liberan del patriarcado sin perder sus femeninos privilegios de clase (lo mismo podría decirse para la lucha de algunos movimientos por la diversidad sexual contra la heteronormatividad). La burguesía no sólo prostituye figurativamente, a sus mujeres -situando su figura como símbolo de la prostitución universal del “bello sexo”-, sino que prostituye efectivamente [y por fuerza de las circunstancias] a una cierta cantidad de mujeres proletarizadas (el varón burgués disfruta de su dama y de su doméstica). Si el feminismo es, en cuanto a las mujeres de clase media, una forma limitada y contraproducente de liberación (liberalización y prostitución real y/o simbólica), para las mujeres proletarias no es más que una nueva forma de sujeción de clase a través del género (servicio doméstico). La mujer proletaria no padece tan sólo la opresión patriarcal, sino la dominación feminista. Si la interseccionalidad sirve para plantear algo, es para dar cuenta no tanto de las similitudes de opresión, como de las diferencias; en otras palabras, no tanto para aliar a las mujeres -todas- más allá de su clase (raza), sino para determinar la particularidad de su antagonismo (la dama burguesa se liberaliza, gracias a la sujeción doméstica de la mujer campesina-proletaria. El asunto sigue siendo económico, pero ya más centrado en las relaciones de clase).

X- El feminismo es un movimiento cívico que pelea por los derechos de todas las mujeres. Pero la lucha feminista por los derechos humanos solo ha podido “liberar” a las mujeres en tanto que burguesas. Es decir, la lucha por los derechos de la mujer produjo una hegemonía de las mujeres de la burguesía sobre las mujeres de las otras clases; mujeres sobre las que se descarga el peso oprobioso de la prostitución y a las que somete a la sujeción del servicio doméstico. Al mismo tiempo, esos derechos individuales de la burguesía colonizan a las mujeres de comunidades étnico-campesinas contribuyendo al minado de sus condiciones socio-comunitarias de vida. Por su parte, los movimientos de mujeres anarquistas y socialistas apuestan más por la abolición de la familia (no tanto por la domesticación/prostitución de los varones junto con las mujeres -guarderías públicas, escuelas-. Pero sí para que en la unión de parejas en concubinato no existiera la superioridad masculina), en tanto que las mujeres cristianas -en “occidente”- han defendido su posición como amas de casa (y la mantención del patriarcado eclesiástico, afecta, desde luego, su condición de ciudadanas, etc.).

XI- Aceptando como cierto que “(...) el sexo femenino y el sexo masculino son ambos un género, un ser, un ser humano. (...)”, debemos asumir que lo que hace a la condición humana es su universalidad y por ello, su libertad. El ser humano no es un ser limitado a las determinaciones naturales de su especie, ni, por tanto, a su “relación genérica natural” (la relación del varón con la mujer), se trata, precisamente de un “ser genérico”, capaz de transformar inorgánicamente su naturaleza, es decir, de relacionarse “consigo mismo como con el género actual y vivo”. Y a pesar de Marx, lo que él suponía como una grosera utopía anarquista de “la humanidad hermafrodita”, es un devenir que hace parte de este proceso histórico de humanización en el que el ser humano “práctica y teóricamente convierte en objeto suyo al género”. En este contexto, las actuales luchas por la diversidad sexual implican una superación positiva, una vuelta de tuerca a la ya clásica lucha por “dar al hombre una real feminidad” y “a la mujer la real masculinidad”.

Feminismo y Socialismo

Carlo Frabetti - La Haine

Como nos recuerda Engels, la explotación de la mujer por el hombre es la primera de las explotaciones y la base de todas las demás

Con algo de retraso, pero con gran satisfacción y provecho, he descubierto el blog Gezia Lepoan http://gezialepoan.blogspot.com, donde he tenido ocasión de leer, entre otros, varios artículos de Ainhoa Güemes y Zaloa Basabe publicados en Gara, en los que abordan, con un rigor y una profundidad por desgracia poco comunes, uno de los problemas más arduos y escurridizos de la lucha contra la barbarie capitalista: el de la pervivencia y ubicuidad de la lógica patriarcal.

Respondiendo al artículo de Güemes Feministas vascas, conflictivas y conflictuadas, Basabe señala en El sujeto político feminista y la democracia: “Para la consecuente construcción de un nuevo marco es necesario comprender que, del mismo modo que no hay grupo social sin identidad, todo movimiento que aspire a convertirse en actor social con voz propia y capacidad de transformación e interlocución debe constituirse en sujeto político. Si queremos trabajar en la construcción nacional desde y hacia el socialismo, debemos igualmente pensar y activar esa construcción desde y hacia el feminismo. Porque una cosa no lleva a la otra, es decir, el socialismo no lleva implícito el feminismo de la misma manera que ser miembro de la clase trabajadora no lleva implícito el ser socialista. La lucha ideológica feminista es necesaria para mantener vivo el permanente cuestionamiento del orden social”.

Y aunque yo no podría estar más de acuerdo con esta reflexión, me parece oportuno matizar la frase “el socialismo no lleva implícito el feminismo de la misma manera que ser miembro de la clase trabajadora no lleva implícito el ser socialista”. Porque, en puridad, el socialismo sí lleva implícito el feminismo (y viceversa); lo que pasa es que algunos socialistas todavía no se han enterado (y mientras no se enteren solo serán socialistas a medias). A continuación, me permito reproducir algunos párrafos de mi libro Socialismo científico que tienen que ver con lo anterior:


A primera vista, la semántica parece una parte de la semiótica. Puesto que la semiótica estudia los signos en general y la semántica se centra en los significados de las palabras, que son un tipo concreto de signos, parece obvio que la segunda está contenida en la primera. Pero la semiótica se formula mediante palabras, y por tanto es una de las innumerables construcciones lingüísticas cuyos significados estudia la semántica; consiguientemente, la primera está contenida en la segunda. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?

Si pensamos de forma mecanicista, la paradoja se convierte en aporía, del mismo modo que el problema del huevo y la gallina nos arroja al abismo sin fondo de una regresión infinita (del que solo Darwin puede sacarnos). Pero para el pensamiento dialéctico una paradoja es una verdad cabeza abajo, que nos recuerda, en primer lugar, que “arriba” y “abajo” son conceptos relativos (interrelacionados), que se determinan mutuamente y se pueden -se deben- “sintetizar” para superar la contradicción. La semiótica y la semántica se contienen mutuamente, forman un todo indisoluble, y su desarrollo conjunto es un proceso dialéctico que se inició con los primeros gestos (signos visuales) y los primeros gruñidos (signos fónicos) que nuestros remotos antepasados utilizaron para comunicarse.

Análogamente, puesto que el socialismo lucha por la liberación de todos los oprimidos y el feminismo combate la opresión de las mujeres, el segundo parece una rama del primero. Pero puesto que, como nos recuerda Engels, la explotación de la mujer por el hombre es la primera de las explotaciones y la base de todas las demás, el socialismo es una extensión, una ramificación del feminismo troncal (y radical, valga el juego de palabras). ¿Qué fue antes, la manzana o el manzano?

La cuestión, una vez más, escapa a cualquier intento de explicación ideológica o mecánica. El socialismo y el feminismo se contienen mutuamente (como dos manos entrelazadas), forman un todo indisoluble, y su desarrollo conjunto es un proceso dialéctico, el resultado de una lucha (de clases) que se inició cuando los primeros guerreros empezaron a tratar a las mujeres como si fueran esclavas y a los esclavos como si fueran sumisas mujeres. Y que solo puede terminar con y en la plena autodeterminación de las personas y de los pueblos.

jueves, 2 de febrero de 2012

El XXX Aniversario del Estatuto de Cantabria irá dedicado a la mujer rural




El trigésimo aniversario del Estatuto de Autonomía de Cantabria, que se conmemora el próximo 1 de febrero, estará dedicado a las mujeres del mundo rural, según ha avanzado la pasada semana el presidente conservador del Parlamento autonómico, Jose Antonio Cagigas.

30 años después de su proclamación y catorce años después de su última reforma, conocida como "Pacto de Carmona", el estatuto cántabro, uno de los menos avanzados del estado autonómico, sigue siquiera sin desarrollarse plenamente.

Cagigas (PP): "El mundo rural ha sido todavía mucho más machista que el resto"

Cagigas ha señalado que las mujeres del mundo rural son un colectivo que ha tenido un papel "fundamental" al tiempo que "oscuro" en la historia de la Comunidad, papel que no ha sido reconocido "hasta hace pocos años".
Además, en opinión del jefe del Legislativo, es en este ámbito donde "más se necesita la igualdad" ya que el mundo rural ha sido "todavía mucho más machista" que "el resto".

Por ello, la Cámara quiere dedicar a la mujer rural el trigésimo aniversario del Estatuto, si bien ha matizado que el programa no está cerrado, aunque "la idea es homenajear ese día a las mujeres rurales".

Cagigas ha respondido así a preguntas de los periodistas en el Parlamento, en una rueda de prensa en la que ha presentado una exposición que conmemora el centenario de la creación del Colegio de Veterinarios de Cantabria.
Un estatuto "de segunda" y sin desarrollar Pese a que el anterior Gobierno autonómico (PRC-PSOE) se animó tímidamente y a rebufo de otras reformas a poner el debate estatutario encima de la mesa, el alto porcentaje de apoyo parlamentario exigido supuso que el PP pudiera "vetar" en la práctica la reforma de un Estatuto de Autonomía al cual ya se opuso la entonces Alianza Popular en los años 70, siendo el único partido con representación en hacerlo.

Aunque en el pasado mes de septiembre las mujeres del medio rural obtuvieron una de sus demandas históricas con la aprobación de la Ley de Titularidad Compartida de las explotaciones agrarias por parte del Congreso de los Diputados, lo cierto es que en el marco cántabro, catorce años después de su aprobación, el Estatuto de Autonomía sigue sin desarrollar importantes aspectos tocantes a este tema, como la comarcalización o la figura del Defensor del Pueblo Cántabro.